Fedor Dostoievski, autor de Los hermanos Karamazov o incluso de El idiota, suele ser calificado como un autor "complicado" o incluso "escurridizo". Con El jugador, publicado en 1866, está claro que esta etiqueta es dura, quizás incluso falsa. Esta novela, o más bien esta "historia corta" como él la llama, es tan agradable y rápida de leer como profunda. En efecto, a pesar de su relativa brevedad (la novela tiene todavía unas 175 páginas), que no es en absoluto comparable a algunas de sus largas novelas, El jugador es, sin embargo, un texto particularmente rico y legible a varios niveles.
Por Clément Brault, para l'Affranchi.
Porque L'Affranchine no es sólo un lugar de reflexión política, este artículo pretende ser una recomendación de lectura, que no revelará los principales elementos de la trama, para preservar todos los elementos.
Alexis, el narrador, es tutor y manitas del "General" que lo emplea. Le acompaña una sociedad heterogénea y cosmopolita. Entre ellos está Paulina Alexandrovna, que está muy endeudada. Alexis está locamente enamorado de ella. Va a jugar a la ruleta en Roulettenburg (¡si ese nombre no es revelador...!) para ganar dinero para ella.
Una novela en primera persona
El texto adopta la forma de un diario, escrito por Alexis Ivanovich. Si no conocemos el nombre del narrador hasta pasadas unas cincuenta páginas, toda la novela se cuenta, por tanto, a través del prisma de su conciencia. Lo que más llama la atención del lector es la capacidad de análisis de Alexis y su lucidez casi cínica, que es la esencia misma de El jugador. Adopta una mirada desilusionada y a la vez aguda sobre el contacto humano, y muestra una gran capacidad de análisis de las relaciones sociales. Escribe, por ejemplo, que "el hombre es déspota por naturaleza, le gusta hacer sufrir a la gente".
Sin embargo, existe una importante discrepancia entre su habilidad retórica en sus escritos personales y la apariencia que da cuando se codea con personas de mayor rango social, como para no "revelar" su superioridad intelectual y justificar su condición de "lacayo". Además, su "locura", su pasión por Pauline, choca con la razón y la estabilidad que impregnan su diario. En esto, Alexis no se libra de ciertas paradojas, pero esto es lo que hace la novela tan interesante para el lector que, él mismo, se sabe contradictorio, paradójico y ve en este texto una especie de aplicación de todas estas antinomias.
Civilizaciones y humor
Uno de los temas más recurrentes de El Jugador es la relación entre civilizaciones. La empresa de Alexis viajó mucho antes de establecerse en Roulettenburg y, además, está compuesta por múltiples nacionalidades. Rusos, franceses, ingleses y alemanes componen la empresa. Todos los personajes realizan análisis sociológicos que no están libres de estereotipos, ni mucho menos. Sería fácil tomarlas al pie de la letra, pero está claro que su redundancia les da un carácter profundamente humorístico, incluso satírico. Al insistir mucho en los estereotipos, Dostoievski denuncia la mala fe de quienes los pronuncian e incluso amplía sus observaciones para incluir a toda la humanidad. Este último, para él, no parece tener ningún cese de crear jerarquías entre los pueblos. Esto es lo que el escritor señala y juega con estas jerarquías, precisamente. La diatriba de Alexis lo atestigua: "La mayoría de los rusos estamos tan bien dotados que necesitamos el genio para encontrar una forma adecuada. Con los franceses, y quizás con algunos otros europeos, la forma está tan bien determinada que uno puede tener aires extremadamente dignos siendo el hombre más indigno que existe. También podemos citar otra de las reflexiones del narrador, que escribe que "El francés rara vez es amable a primera vista; siempre se diría que es amable por orden, por cálculo. ...] en definitiva, es el ser más aburrido del mundo. Estas dos citas, con su abundante uso de superlativos, muestran claramente el juego de Dostoievski. Quiere denunciar y criticar las jerarquías sociológicas de su tiempo. Esto se hace a menudo mediante un proceso irónico que resulta relativamente agradable para el lector, si toma sus palabras como lo que son: una sátira. En esto se acerca a Julio Verne, que en su Vuelta al mundo en ochenta días reproduce este tipo de procesos.
Dostoievski equipara a los hombres señalando la universalidad del gusto por el riesgo, por el juego.
Un análisis de la adicción
Alexis demuestra una gran capacidad de análisis, como hemos dicho. Esto se manifiesta con más fuerza en sus descripciones de la ruleta, el juego. Aunque no son tan numerosos, son muy llamativos. Para el novelista ruso, él mismo adicto al juego, que lo arruinará, todos los hombres son adictos a él. Así lo señala Alexis cuando escribe: "Me había atrevido a arriesgarme y... ¡me encontré de nuevo entre los hombres!». El riesgo financiero que conlleva el juego es, pues, parte integrante de la naturaleza humana.
Además, la metáfora de la ruleta es uno de los elementos más interesantes de la obra. Existe un paralelismo entre las ganancias del juego y la riqueza, la altura en la escala social. En ella, la rueda de la suerte (en aquella época relacionada sobre todo con el nacimiento) es la principal razón del éxito social. En este sentido, Dostoyevski parece indicar que no se puede obtener ninguna vanidad de la propia situación, ya que se debe al azar.
El autor descifra perfectamente los mecanismos que llevan al hombre en general a volverse adicto al juego, al riesgo. Si esto es una forma de alienación, no deja de ser una "servidumbre voluntaria". Lo mismo ocurre con el amor entre Alexis Ivanovich y Paulina Alexandrovna. Aunque la mujer se considera "tortuosa", Alexis no puede desprenderse de ella. Es perfectamente consciente de su adicción: "¡Disfruta, disfruta de mi esclavitud! ¿Sabes que un día te mataré? ", le lanza a ella. Lo mismo ocurre con la ruleta, de la que se sabe prisionero, y de la que afirma que podrá apartarse algún día...
A la vez una novela sociológica, satírica, casi de aventuras, pero también fundamentalmente metafísica, El jugador extrae su riqueza del cruce de todos estos componentes. Esto es lo que lo hace tan interesante. También su relevancia.